Con toda probabilidad, en todas nuestras manos ha caído alguna vez una obra traducida. En el mejor de los casos, ni nos habremos dado cuenta de la existencia de un intermediario que es el traductor. De hecho, España es un gran consumidor de obras traducidas, como es el caso de gran parte de las películas y novelas disponibles hoy en día... lo sepáis o no... ¡estáis constantemente en manos de la interpretación de un traductor! Otras veces, lo contrario resulta evidente: textos con errores, difíciles de entender, con expresiones equivocadas o incongruentes.

Dentro de mi cabeza, me paso el día alternando entre el inglés y el español, y cuando leo traducciones, incluso de menús, me veo corrigiéndolas. Hay casos realmente curiosos y graciosos de traducciones mal hechas. Como estas imágenes que he encontrado en la web:

Sin duda, uno de los ejemplos más entretenidos son los títulos de películas traducidas al español,... hay veces que la traducción deja mucho que desear, o incluso nada tiene que ver con el título original. ¿Sabíais que Home Alone, (Solo en Casa en España) fue traducida como "Mi pobre Angelito" en Sudamérica? Ufff... empalague total.

 

Otros casos sonados de malas traducciones han tenido resultados devastadores para empresas. Por ejemplo, en 1960 Pepsi lanzó una campaña promocional en China, cuyo lema original era ‘Come alive, you're in the Pepsi generation’ (que puede traducirse de diferentes maneras, siendo una buena versión ‘Ánimate, estás en la generación Pepsi’). El lema fue malinterpretado y traducido incorrectamente por traductores evidentemente poco familiarizados con la cultura del marketing Americano y lo versionaron en chino como ‘Pepsi te trae a tus antepasados muertos’. El absurdo de la traducción condujo al fracaso de toda la campaña promocional.

 

A donde quiero llegar con esto es que traducir sin duda es un arte. A veces depende puramente de las idiosincrasias y de la intuición del traductor, así como de sus recursos lingüísticos y conocimientos. Una traducción buena debe buscar producir un texto con el mismo registro y el mismo mensaje que el texto original. Sin embargo, esto significa que el traductor debe ir más allá de una traducción literal palabra por palabra. Ya en el siglo XVI, el estudioso Francés Dolet (1509-1546), sugirió que, para producir una traducción apropiada, el traductor debe “evitar la tendencia de traducir palabra por palabra”, ya que la traducción palabra por palabra “malinterpreta el contenido original y arruina la belleza de su forma". ¡No podría estar más de acuerdo!

 

De pequeña, una parte de mí deseaba ser escritora, como mi madre. Finalmente me sumergí en las ciencias para después volver a las letras a través de la traducción. He de decir que personalmente me encanta este trabajo que creo encaja perfectamente con mi doble perfil de científica/escritora. Es un verdadero reto transformar los textos que me llegan en algo capaz de transmitir mensajes llenos de sentido y relevancia y que se ajusten al estilo del destino final, ya sea un libro, una revista científica o una página web sobre un producto. Es un proceso lleno de sutilezas que van más allá de escoger la palabra apropiada, aunque sin duda esta es una parte esencial del todo.

 

Obviamente, todo parte de la calidad del texto original. Un texto que llega con una buena estructura, enfocado a través de ideas claras y mensajes concretos se traduce prácticamente solo. Sin embargo, traducir un texto mal escrito es un proceso arduo y costoso. Lastimosamente, pocas veces se depara en este aspecto, todo son prisas por publicar, pero hay mucha competencia y este aspecto resulta fundamental. Es decir, para publicar, primero hay que pulir las habilidades como escritor/a. Para ello, os recomiendo estos seis consejos científicos para ser un buen escritor de Steven Pinker, científico y lingüista cognitivo en Harvard. Me gustaría resaltar el consejo que nos ofrece de leer mucho: por ejemplo si estás escribiendo una revisión sistemática, busca buenas revisiones sistemáticas que sirvan de guía, fíjate en el estilo, los apartados, el abstracto y la información esencial de la metodología. Lee también algo de la propia revista. Por suerte, hoy en día hay muchas revistas que publican en open access con lo cual encontrar esta información no es difícil. Como bien dice Pinker, con el texto acabado, hace falta revisar y releer, incluso si es posible, dejando algún día de reposo entremedias para poder ver el texto con una cierta distancia, mejor aún si además se lo damos a algún compañero/a que lo pueda revisar. Esto mismo lo debe aplicar un buen traductor, por eso en IQ traducción científica los textos siempre cuentan con una segunda revisión de otra inglesa nativa, con el objetivo de pulir al máximo cada detalle. 

 

A fin de cuentas, un buen traductor también debe asumir el rol de escritor, un escritor clave para transformar y dar una nueva vida a la obra, aunque casi siempre, su rol lo hará como escritor invisible. Gracias por leerme y buen día.

Lectura recomendada, “El fantasma en el libro” de Javier Calvo.

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